lunes, septiembre 18, 2006

Cenas para Cortos Adioses


… ya no recuerdo como nos hicimos amigos, no tengo buena memoria. El espacio es fundamental vivimos en el mismo conjunto, por asares de la vida resulté conociendo a un grupo de chicos, que se convirtieron en mis amigos del barrio, jugábamos a policías y ladrones durante el día, luego con el tiempo corrimos el horario hacia las horas de la noche y nos sentábamos a tomar vino y a hablar. Pronto aprendimos, cada quien en su casa, a quemar el arroz en nuestras pequeñas cocinas. …
Luego, un día de desparche, en la mitad de algunas vacaciones se nos ocurrió matar el tiempo haciendo comidas. La locación escogida para tal fin, era la casa de Anama, cuya condición para hacer nuestros experimentos culinarios impuesta por doña Esperanza (su mamá), era dejar la cocina limpia. En este pequeño, pero acogedor espacio donde atinábamos a mezclar los ingredientes, resultaban en un sin numero de platos, que superaban nuestro apetito; el menú comenzaba, con el jugo de la fruta en cosecha, el palto fuerte acompañado por sopas de sobre y si nos quedaba aliento y apetito preparábamos un postre. La discusión orbitaba alrededor del plato fuerte, si eran pastas uno decía que le agregáramos aceite o el otro que no, en una ocasión hicimos cordón blue, compramos la pechuga y cuando llegamos a la casa, nadie sabía relajar la pechuga, la olla para fritar las papas era muy chiquita y nos tocaba hacer 3 0 4 tandas, en fin, todos los bemoles de una cocina a cuatro manos, que hacen de esa época una de las más memorables de nuestra vida. Luego de un tiempo y cuando todos entramos a la U, ya no volvimos cocinar.
No obstante hace poco se repitió el rito, solo que esta vez hubo un cambio de locaciones y personajes. La locación esta vez se movió un poco más al centro de la ciudad, el motivo de la cena fue un corto adiós, y aunque no éramos los amigos del barrio, si éramos unas cuantas personas que ocupamos un pequeño espacio en la vida de Amama, que estábamos reunidos en la casa de Camilo para dejarle un delicioso recuerdo en su paladar, de un corto adiós.