lunes, noviembre 13, 2006

lunes, noviembre 06, 2006

En busca de la comida perfecta...

El plato fuerte: una sobredosis de documental, acompañada de mucho café para sopesar el sueño y frío que por estos días asota las tardes capitalinas. Fue grato habitar el centro por una semana, apoderarnos de sus calles, tomar prestados algunos sitos y turnarlos por días para ver cual finalmente nos acogía, aunque creo no haberlo logrado con ninguno.

Pasábamos por ignorados, se demoraban en atendernos y llegaron a traernos el pedido incompleto. No encontramos un sito cálido donde nos sintiéramos a gusto. Señores!, la buena comida no solo es buena por lo rica, lo bien preparada y la calidad de sus ingredientes, lo que la hace única y perfecta, es el ambiente en el cual la deleitamos; la atención, el plato en que la sirven, la silla donde te sientas, el sonido del lugar, el olor del lugar. Cada mínimo detalle hace que tu disfrutes ese alimento justo en ese punto es donde se convierten en un manjar para todos tus sentidos y se aloja en tu memoria como una sensación placentera, completa.
Es la comodidad que tu te sientas, el sentirte a gusto y especial.
El café, fue nuestro primer derrotero, lo pedimos en todos los sitios, en toda la gama de precios, porque según nuestro sentido común el nivel de confort aumenta proporcionalmente con el precio, cosa no muy cierta pues ni en Oma tuvimos la mejor atención.
El buen café lo acompañamos siempre con un postre y no solo por debilidad femenina, esas milhojas de El Cometa! de las cuales pueden rendir cuentas Marcela y Piñeros; siguiendo por la línea del arequipe, esas berlinas de La Florida, muy apetecidas por Nataly y la niña Julia, quien se quedó con las ganas de probarlas de la misma manera que yo, pero en mi caso, salió a flote mi debilidad por el chocolate, esta vez el obscuro objeto del deseo venia materilializado en algo que no había probado ni visto antes, una repolla de chocolate, todavía bababeo de solo pensarlo... Pero para mi pesar cuando la vi muy a las 6:30 de la tarde, en mi estomago, solo se alojaba el recuerdo lejano de un desayuno, así que me vi obligada anegarme el placer de probarla, con la esperanza de regresar al díasiguiente, con los fondos suficientes en mi estomago para poderdevorarla, pero cuando fuimos en busca de aquella "experiencia" se habían agotado la existencias. Al final, para lograr saciar mis antojos terminamos comiendo torta de chocolate en Oma... resultado? debo decir que no estaba muy buena y no era cuestión de sabor, la temperatura estaba mal, (fría) y por supuesto, el contexto. Una torta de este estilo hay que servirla ligeramente tibia, que no haya que "soparla" para poder comerla pues el chocolate se convierte en sopa, pero si es necesario encontrar el punto medio para que su olor amargo-dulce, suba cálidamente hasta nuestra nariz y vaya seduciendo poco a poco nuestras papilas.
Debo decir que el centro es mundo de posibilidades gastronómicas, ricas al paladar, que serian enteramente placenteras si el ambiente en el que se come nos hace sentir a gusto. Pero por supuesto placer no solo se aloja en el paldar y como el plato fuerte de esa semana fue el documental, debo decir que nos deleitamos con los más variados platillos...